Dolce & Gabbana organiza una cena para 400 personas en mitad de las calles de Milán

Si hay algo que Dolce & Gabbana sabe hacer bien es la opulencia y el exceso. La firma italiana organizó una cena para nada menos que 400 comensales. ¿El lugar del evento? La calle Montenapaleone de Milán, que cortaron entera para celebrar una cena con todo lujo de detalles.

Con una mesa de proporciones gigantescas que ocupaba todo el largo de la calle Montenapaleone, Dolce & Gabbana invitó a cenar a 400 personalidades e it girls del mundo de la moda.

Entre los invitados no faltaron modelos como Thylane Blondeau o Sistine Stallone, Raff Law (el hijo de Jude Law), Talita Von Fustenberg (nieta de la diseñadora), la actriz de Hermosas Criaturas Zoey Deutsch, el grupo The Atomics, Sofia Ritchie, Haley Baldwin o Sarah Snyder, actual novia de Jaden Smiths.

El motivo de esta exuberante velada fue la celebración post desfile y la inauguración de su nueva boutique en la calle Montenapaleone 4, la misma vía en la que organizaron el festejo. Vecinos oficiales de la clásica tienda de Ralph Lauren, este nuevo espacio cumple a la perfección todas las premisas de Dolce & Gabbana: estilo italiano rococó, exuberancia y lujo.

«Hemos abierto nuestra primera boutique en Via Montenapaleone: un sueño que no estaba entre nuestros planes iniciales, pero es un reto para nosotros, un honor y una responsabilidad. Vimos la tienda cuando estaba vacía y nos enamoramos en el momento…queríamos una nueva boutique, diferente, fuerte y reconocible. La idea era explorar nuestro ADN con una aproximación tecnológica y libertad creativa»

Domenico Dolce and Stefano Gabbana.

Columnas de mármol y espejos dorados brillan en los tres pisos, conectados por una escalera negra. Cada rincón, ya sea clásico o contemporáneo, aturde y sorprende. El espíritu italiano satura el espacio. Los bancos de madera lacada y plateados sugieren el glamour de Fellini y crean el tipo de vestidor en el que se vestirían estrellas como Sophia Loren y Anita Ekberg. Las credenzas barrocas y los tronos de oro recuerdan a una generación anterior de mujeres, como Lucrezia Borgia e Isabella d’Este, que tramaban y posaban bajo techos pintados. En sus áreas más grandiosas, donde estallan las columnas corintias y domina el mármol rojo, el espacio se transforma en un templo para Venus, la belleza italiana original.